LA BATALLA DE ARGUINEGUIN

 

Cuentan las crónicas que en los primeros anos del siglo XV, Juan de Bethencourt (noble normando) había conquistado las islas de Lanzarote y Fuerteventura y que quiso hacer lo mismo con el resto de las Islas Canarias. Así que abandonó su fortaleza en Fuerteventura, y puso rumbo hacia Gran Canaria con intención de someter a sus naturales.

Una calurosa mañana de verano las naves normandas fondean en la playa de Arguineguín. Los normandos desembarcan y no encuentran rastro de vida. Sólo montañas escarpadas y áridos barrancos. Dónde se habían metido los canarios?

EI silencio es casi absoluto. Los soldados de Bethencourt avanzan hacia el interior de la Isla. Poco a poco los extranjeros penetraban más y más en el interior de la Isla sin que ni nadie se oponga a su avance. Por el camino los soldados se adueñan de algunas cabras y ovejas.

Los normandos se encuentran ya alejados de la costa y continúan la penetración en la Isla. De repente... sobre las confiadas y desprevenidas tropas normandas, cae una lluvia de piedras, dardos y gruesos troncos de palmera. Era la respuesta de los inteligentes, astutos y aguerridos canarios a los invasores. Artemi Semidán había preparado la emboscada. EI gran Artemi Semidán, el más noble y famoso de todos los jefes canarios, avisado por los vigías de que unas naves se aproximaban a la Isla, reunió a sus hombres y preparó la emboscada.

Ante la acometida isleña, Bethencourt intenta ordenar su ejército, pero fue inútil. Entre los normandos cunde el pánico y corren hacia la playa. Entonces, los canarios salen de sus escondites y a pecho descubierto se abalanzan sobre los invasores en un cuerpo a cuerpo arrollador. Los garrotes de madera de acebuche blandidos por los canarios pueden más que las espadas normandas.

Juan de Bethencourt ordena la retirada hacia la playa en busca de las naves. Cuantos pudieron salieron de aquel infierno y embarcaron; otros quedaron sobre las fragosas tierras de Arguineguín.

Los canarios, a pesar de la victoria, no entonaron sus clásicos cantos porque, entre sus bajas se encontraba el heroico Artemi Semidán.

Todavía se oían en la orilla los gritos de los canarios cuando el jefe normando, asomado al puente de su nave en retirada, pesaroso por las pérdidas sufridas, murmuró:

- Grandes son los hijos que tan valerosamente te defienden. Y grande eres tú y serás por siempre, Gran Canaria!

Sucedió esta memorable batalla en los primeros anos del siglo XV, y desde entonces afirman algunos autores que se conoce la Isla con el nombre de Gran Canaria.


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